La satisfacción de nuestros clientes es uno de los objetivos cuando emprendemos un proyecto. Hasta tal punto que en ocasiones rechazamos proyectos en los que las expectativas de nuestros clientes no se pueden alcanzar (normalmente por restricciones presupuestarias, aunque no únicamente).
Los puntos que influyen en la satisfacción de los clientes son:
- Que entendamos sus necesidades y seamos capaces de definir un alcance.
- Completar el alcance en los plazos acordados.
- Que los entregables sean de calidad (esto es: que estén adecuados al uso, que objetivamente el código cumpla con los estándares y buenas prácticas, que sean seguros, usables, y que estén verificados funcionalmente, lo cuál, sin duda reducirá los errores y problemas en fase de explotación).
- Que seamos capaces de comunicar de manera adecuada los puntos anteriores en cada momento.
El tener más equipos, más proyectos, más clientes, más facturación, te hace tener la cabeza en demasiadas cosas, pero si no queríamos reducir nuestras prestaciones, en una división que no se gestiona con un horario, sino por objetivos, debíamos seguir mejorando en nuestra metodología y en las herramientas que automatizaran la obtención de la información que necesitábamos en cada momento.
La metodología Spice (ISO 15504) tenía carencias evidentes, por lo que una de las primeras decisiones fue optar por cambiar a la certificación CMMi (nivel 3). La decisión natural del 80% de las empresas es obtener el sello de certificación. La nuestra, en cambio, fue nutrirnos, aprender e integrar con otras metodologías que nos estaban dando excelentes resultados como PMP y Scrum, además de algunas buenas prácticas de ITIL. Como podéis imaginar el trabajo no fue fácil. Cada norma o metodología habla su propio lenguaje y aunque tienen procesos en común, el mapeo no es automático.
A medida que describíamos nuestra nueva forma de trabajar, nos íbamos dando cuenta que nuestro ecosistema se nos había quedado pequeño. Era el momento de desarrollar un nuevo ecosistema que diera respuesta a nuestras nuevas necesidades. Obviamente íbamos a seguir usando herramientas que nos estaban dando un excelente resultado, a saber:
- Subversion (respositorio de código)
- Redmine (aquí reducimos toda la deuda técnica de nuestros proyectos, a través de su wiki, y modelamos nuestros Sprints de Scrum con milestones, tareas padres y tickets,... de tal manera que nuestros clientes tengan trazabilidad desde el requisito funcional que le proponemos en fase de oferta, hasta el código que lo implementa (gracias a la integración con Subversion), pasando por las historias de usuario que lo componen, desarrolladores que han intervenido, plazos…
- Nexus (nuestro repositorio de artefactos).
- Jenkins (nuestro servidor de integración continua que despliega automáticamente los desarrollos para que puedan ser probados funcionalmente, verificados, o validados por nuestros clientes. Además ejecuta las pruebas unitarias).
- Sonar (nos proporciona métricas de calidad objetivas sobre nuestro código, cumplimientos de reglas, complejidad ciclomática, nivel de documentación, número de líneas repetidas…).
- Testlink (nos proporciona evidencias de las pruebas funcionales realizadas).
¿Y cómo hemos mejorado el Ecosistema?
- Ahora todas estas herramientas se integran con un sistema Single Sign On, y nos proporcionan todo tipo de trazabilidad.
- Podemos definir la política de accesos, roles para cada proyecto, o de manera general.
- Hemos implementado un sistema de mensajería de tal manera que haya ciertos informes que se generan automáticamente y se envían a las personas designadas (tanto del equipo, como del cliente).
- El sistema indica al equipo las tareas que debe realizar cada uno en cada momento.
- Se genera documentación y la custodia a través de un correo enviado a buzones específicos.
- Indexa todo el contenido de la documentación, lo cuál facilita las búsquedas.
- Los plazos de ejecución retroalimentan nuestros estimadores objetivos, de tal manera que nuestras estimaciones sean cada vez mejor.
- Sistema de ayuda a la toma de decisiones. Implementamos un cuadro de mandos que nos indica el estado de los proyectos en tiempo real. Esto es: método del valor ganado, variación del coste, variación del cronograma. Así sabemos si estamos ganando o perdiendo dinero, y si vamos adelantados o retrasados. El mismo sistema crea informes y los envía.
- El cuadro de mandos anterior se puede consultar también en una aplicación móvil, lo cuál nos facilita la vida de manera drástica a los que pasamos mucho tiempo viajando, o fuera de la oficina.
- A través de toda esta información y de la trazabilidad que tenemos entre el trabajo y quién lo desarrolla podemos evaluar y desarrollar nuestros equipos de trabajo.
Con todo lo anterior, no solo garantizamos la satisfacción de nuestros clientes, sino que nos situamos en una posición que nos permite seguir creciendo manteniendo controlados nuestros proyectos y su rentabilidad en todo momento, además de conseguir una diferenciación y una ventaja competitiva con respecto a nuestra competencia.
Este ecosistema se llama Zisde.
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