El señor lobo es un personaje de Pulp Fiction. Se trata de un profesional, en el sentido más amplio de la palabra, ya que es capaz de solucionar los problemas en los que otros se bloquean, o dudan qué hacer. Se caracteriza por su eficiencia, y su saber hacer.
¿Y qué pinta esta referencia filmográfica en un blog eminentemente tecnológico?
Cuando empezamos a construir el equipo que desarrolla software en Soltel, apostamos por gente joven, con potencial, pero con poca experiencia. Se podría haber apostado por técnicos con experiencia, y hubiera tenido sus ventajas e inconvenientes (esto es algo que internamente hemos analizado muchas veces). El apostar por gente joven, e inexperta también tenía sus inconvenientes evidentes.
Recuerdo un proyecto (omitiré el cliente), que no resistía la más mínima prueba, y que "escupía" fallo tras fallo. Fantasmas y sudores fríos pasan por mi mente al recordarlo. Obviamente, teníamos que dejar satisfecho al cliente, así que no dudamos en llamar a una empresa externa que nos asesorara, aun renunciando a toda rentabilidad del proyecto e incluso llevándolo a pérdidas. Esta empresa fue nuestro señor Lobo. Llegó, vio, y nos aportó una solución profesional, salvando el proyecto a los ojos del cliente. Sin embargo, esto lo interiorizamos en el equipo como una grandísima derrota. Alguien de fuera nos había sacado las castañas del fuego, porque a nosotros se nos estaban achicharrando.
Muchos años después me enorgullece decir, que ahora nosotros somos el señor Lobo. Empresas nacionales e internacionales requieren nuestros servicios en un stack tecnológico muy rico y amplio. Nosotros viajamos, vemos, y aportamos soluciones por las que el cliente, además de pagarnos, queda muy satisfecho. Este momento de madurez nos capacita para afrontar nuevos retos, dentro y fuera de nuestras fronteras.
Esa potencialidad de la que hablaba en párrafos anteriores, se ha consolidado como realidad, gracias a la formación continua, a la madurez individual que ha ido adquiriendo cada miembro del equipo en el que me incluyo, a la implicación, el esfuerzo y la fe en el proyecto, a la poca rotación, a la mejora de los procesos de industrialización de software y la aplicación de metodologías adecuadas, y aún con todo lo anterior, el gusano no se habría convertido en mariposa si alguien no hubiera mantenido su apuesta pese a los fracasos iniciales.
Somos el señor Lobo, solucionamos problemas, y aun nos queda mucha guerra que dar.
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